Por Jeremias Giordano

Corrientes entró esta semana en un nuevo estado de alarma. La Dirección de Recursos Forestales advirtió que amplias zonas de la provincia están bajo “riesgo muy alto” o “extremo” de incendios, y llamó a evitar cualquier actividad que implique fuego al aire libre.

El fuego ya dejó su huella en 2025: entre enero y marzo se registraron decenas de miles de hectáreas arrasadas, afectando pastizales, malezales, esteros, bosques nativos y humedales.

Si la destrucción actual duele, el pasado de Corrientes apela a la memoria: en 2020, un estudio estimó que se quemó una de cada cinco hectáreas susceptibles a incendios en zonas periurbanas: más del 20% del área analizada. 

Ese año, la provincia vio arder cientos de miles de hectáreas entre bosques implantados, humedales, pastizales y tierras rurales, el 15% del territorio provincial. 

Ese contexto no es anecdótico. Fue el marco de esto, que la semana pasada, el gobernador Gustavo Valdés decidió caminar oficinas de negocios globales con un objetivo claro: exportar madera, abrir mercados, atraer capitales, profundizar el modelo forestal.

En su gira por India, Valdés se reunió con directivos de empresas madereras —entre ellas MK Pine Wood— para ofrecer el “potencial forestoindustrial correntino”, basado en plantaciones de pino y eucalipto. Además firmó acuerdos de cooperación y abrió la puerta a inversiones asiáticas para ampliar la extracción, industrialización y exportación de madera.

También promovió incentivos, logística vía Hidrovía, infraestructura para puertos correntinos y líneas de crédito para expandir la industria forestal. Todo, mientras la provincia afronta temporadas de incendios cada vez más graves.

Valdés con MK Pine Wood

Entonces: ¿Qué se está ofreciendo a esos capitales globales? ¿Qué se entiende por “desarrollo forestal sostenible”? Los monocultivos —especialmente de pino— no son sinónimo de estabilidad ni progreso, sino de degradación y riesgo: eliminan humedad, compactan el suelo, reducen biodiversidad y vuelven explosivo el escenario cuando llega el calor.

Ofrecer madera a mercados lejanos mientras los esteros, pastizales y pajonales se incendian no es un negocio cualquiera: es un negocio montado sobre territorios vulnerados.

Y lo más perverso: ese negocio es promovido desde el propio Estado, que debería garantizar el cuidado del territorio. En vez de repensar un modelo productivo que preserve vida, se apuesta al monocultivo voraz. Se prioriza el rédito económico sobre las generaciones futuras.

Porque si algo enseñan 2020, 2022 y 2025 es que en Corrientes el fuego no distingue: quema todo. Y cuando quema, no hay cheque que recomponga un humedal, un monte, un río, un pastizal, una biodiversidad perdida.

Este no es solo un problema ambiental. Es político, ético. Es una pregunta urgente: ¿Se va a sacrificar nuestro territorio para abastecer mercados extranjeros o se va a defender lo que somos, lo que tiene raíces profundas, lo que resiste bajo el cielo correntino?

Si no se frena, este modelo será un negocio de unos pocos sobre la ruina de muchos. Y Corrientes —su tierra, su gente, su memoria— lo pagará caro.

FUENTES

• Dirección de Recursos Forestales de Corrientes — alerta de riesgo de incendios (comunicado oficial, 2025).

• Ministerio de Ambiente / SNMF — reportes de incendios 2025.

• Momarandú — “En 2020 se quemaron 1 de cada 5 hectáreas en zonas periurbanas”.

• El Litoral — informes sobre incendios y superficie afectada 2020.

• Newsweek Argentina — incendios históricos en Corrientes.

• Ministerio de Coordinación y Planificación — publicaciones sobre la misión oficial de Valdés en India (MK Pine Wood y forestoindustria).

• El Litoral — cobertura del viaje y acuerdos comerciales entre Corrientes e India.

• Nueva Mirada — análisis sobre monocultivo, incendios y negocio forestal.

• Informe de posesión de tierras de la Universidad Nacional de LaPlata

  Censo Nacional Agropecuario

  Informe del Consejo Federal de Inversiones - Actualización del Inventario Forestal de Bosques